Sabor silente: Champagne. Los imprescindibles del cine mudo. ECI

En Espacio de Cine: http://ocio.elcorteingles.es/cine/revista/champagne-1928

A la venta: http://ocio.elcorteingles.es/cine/pelicula/champagne-los-imprescindibles-1928-alfred-hitchcock-dvd-001025941244847

00125941244847____1__1000x1000

Extracto del libreto interior:

*El humor es parte indisociable del cine de Alfred Hitchcock. Es integral respecto al mismo. Humor negro, claro, humor paradójico, humor cruel, contrahumor. Su percepción retorcida, tortuosa, de la humanidad encuentra en el humor una suerte de vía de escape, igual que lo encuentra en el erotismo, igual de tortuoso, y en la violencia. Le permite, además, alambicar su ficciones, llenarlas de elementos en segundo y tercer plano… enriquecerlas, en definitiva.

Pero, curiosamente, Hitchcock no es un gran director de comedias, quizás ni tan siquiera uno bueno. El humor funciona en su cine mejor a modo de complemento que como ingrediente principal. Champagne como comedia romántica apenas tiene gracia. Hitchcock no parece creérsela, no le interesa la peripecia ni la mecánica del enredo. El humor de Champagne, por contra es brillante en ese segundo y tercer plano, en el complemento. El cineasta desenfoca la historia principal y prefiere concentrarse en el fondo, en lo que sucede en el. Allí encuentra un agitado microcosmos de gags que convierte el plano en un ejemplo de horror vacui.

champange2803Como señalaba antes, uno, espectador, puede desconectar de la historia central del mismo modo en el cual lo hace su realizador. Decía que podemos concentrarnos en la batería de recursos técnicos y estilísticos del film, en su esfera experimental, por así decirlo. De idéntica manera podemos, y encontraremos mayor diversión y satisfacción, ver la película paralela que tiene lugar al fondo de la imagen. Una que, a veces, comenta/complementa la principal y otras funciona con plena autonomía.

Hitchcock le explicaba a Truffaut (otra vez) que el mejor chiste de la película era aquel en el cual un borracho se balanceaba de lado a lado cuando el crucero navegaba estable y, en cambio, caminaba perfectamente recto cuando este se bamboleaba de ola en ola. Aquello presentaba un sentido de la realidad por completo privado, subvertía la misma para adaptarla a las necesidades propias. Champagne está llena, rebosante, de estos pequeños detalles surreales, microgags que suelen surgir, de modo burlón, en momentos melodramáticos de la trama principal. Tal vez para dejar claro (más todavía) lo poco que estaba interesado en aquel material.7149

Mencionaba antes la tendencia de la película al horror vacui, a un abigarramiento del plano que lo deja sin aire por sitio alguno. La película está dominada por esta sensación. Sus mejores partes al menos, que son aquellas que se desarrollan en lugares públicos, y ventilan vicios privados. Brillante, en especial, el pasaje que tiene lugar en el lujoso y decadente café donde Betty entra a trabajar como vendedora de flores y acompañante.

Hitchcock planta el escenario (reducido a una mesa y dos sillas) en mitad de la pista de baile, otro escenario, y sitúa a los protagonistas en el primer plano, aplastados contra un fondo en perpetuo cambio y movimiento, saturado de formas que se mezclan y agitan. Allí trascurren todo tipo de comentarios que tienen que ver (o no) con el pequeño drama que se desarrolla en la mesa. Al fondo, sobre ese tapiz viviente, tienen lugar las manifestaciones de miedos latentes, como si fuese una proyección psicoanalítica, y comentarios de la realidad oculta, sórdida y falsa.
Todo ello funciona como un ejemplo perfecto del aprovechamiento del lenguaje del cine silente, es decir de la imagen como combinación de signos, y otorga a Champagne un interés muy superior a su agradable, pero insípida, comedia de chica rubia alocada que aprende a ser menos alocada y no sé si también menos rubia.

uQ4J0umdET3WHPHd6VsDpIoddnx

Deja un comentario