Hombre maldito: La emboscada. El cine negro de la RKO

La emboscada (Roadblock), Harold Daniels, 1951

A la venta: http://www.moviesdistribucion.com/todo/ficha/?La+Emboscada

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Extractos del libreto interior

Ama al pecador, odia el pecado

El relato negro tiene debilidad por los hombres caídos en desgracia. Por los rectos que ha perdido el camino y caminan la milla retorcida. Raymond Chandler y Billy Wilder establecieron en Perdición el canon de posguerra del hombre débil en Perdición (Double Indemnity, Billy Wilder, 1944). Allí mostraban como las pasiones, las pulsiones y las ambiciones podían llevar a los hombres honestos a los mismos lugares que a los deshonestos; incluso a unos peores. El noir se alimentaba de temporadas en el infierno sin billete de retorno conocido.

En Perdición Fred MacMurray era un vendedor de seguros, en La emboscada, siete años después, Charles McGraw era un ya un agente de seguros, un policía privado, un hombre de la ley al cual la pasión lleva a quebrar esta misma ley provocando su autodestrucción. En 1964, en España, Arturo Fernández encarnaba en la magistral El salario del crimen (Julio Buchs, 1964), uno de los títulos finales del ciclo negro barcelonés desarrollado entre los primeros 50 y mediados de los 60,  a un policía que para resistir el tren de vida de su amante comete un robo y 77663206_odespués debe de investigarse a sí mismo en una esquizofrénica escisión entre el yo que fue y el que ha terminado por ser.

En La emboscada Joe Peters, el antihéroe protagonista, se encuentra en una situación análoga. Enamorado hasta la obsesión de una mujer que como ella misma dice viaja en un cohete a la luna. Diane, que así se llama, es una endurecida buscavidas, encarnada por Joan Dixon, animal de ojos tristes, que realizará el arco dramático inverso a Peters: si él se corrompe hasta la consumición, ella se redimirá, apartando sus sueños de grandeza, sucios, y abrazando la vida simple.

Pero antes, al conocerse, le ha dicho que un día encontrará algo que su honradez no pueda comprar”- Algo como qué”, pregunta Peters. “-Algo como yo”, contesta ella sin inmutarse. Desde ese momento estará maldito, la idea de alcanzar lo inalcanzable estigma del perdedor americano, se le ha clavado dentro como una astilla insidiosa que se dirige directa al corazón viajando por un flujo sanguíneo más espeso que el agua (helada) e igual de fácil de derramar; la ajena, y la propia.(…)

Roadblock

Economía del rostro

 La economía de la serie B demanda una síntesis del drama y del cuerpo, de la fisicidad y la piscología que explique, en un golpe de vista, quien es un personaje. Los minutos y los planos están contados y hay que ahorrar en todo. La serie B, así, tiene un algo de cine esencial, todo esqueleto y nervios. Invita al despojamiento, al menos es más, a prescindir de fintas de estilo y arabescos. Invita, también a la estilización a la abstracción que, a  su modo, es la otra cara de la concreción. Cineastas como Edgar G. Ulmer o Joseph H. Lewis optaban en sus trabajos, de dólares y metros de película contados, por lo primero, por hacer desaparecer el contexto, difuminar el fondo y abrazar el delirio, la vida de la mente, como decía el personaje de John Goodman al final de Barton Fink (id. Joel & Ethan Coen, 1991). En sus mejores películas negras, como Detour (1945) o Agente especial (The Big Combo), por ejemplo los espacios se disolvían en una densidad psicopatológica que era trasladad desde el interior de sus personajes al exterior de la película, a su formalización.

Esta hubiese sido una opción plausible para La emboscada. Uno puede hacer algo de wishful thinking cinéfilo e imaginar una resolución plástica más febril, que tradujese en imágenes inestables el tormento interior, la escisión, de su antihéroe. Pero eso no es lo que hay. Quizás porque los mismos rostros de sus intérpretes principales, Charles McGraw y Joan Dixon, tienen algo mundano, cercano y reconocible, que invita a lo contrario: al apego al realismo, todo lo estilizado que se quiera, pero realismo. (…)

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3 comentarios en “Hombre maldito: La emboscada. El cine negro de la RKO

  1. Excelente reseña. Me han entrado unas ganas enormes de ver la película.
    Fe de erratas: donde dice «encontrará algo que su honradez un pueda comprar», debe decir: «encontrará algo que su honradez NO pueda comprar»

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