El hombre-violencia: La amenaza. Colección El cine negro de la RKO

The Threat (La amenaza), Felix E. Feist, 1949, USA

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A la venta

Extracto del libreto interior de 24 páginas

El hombre noir

Hay actores que tiene la capacidad innata para transmitir la violencia. Son catalizadores de la misma. No me refiero a cuerpos convulsos como el de James Cagney o neuróticos como el James Stewart del ciclo western de Anthony Mann; no; más bien a tipos que proyectan una familiaridad con la violencia que tensa toda situación en la cual se ven involucrados y con ello la distribución de fuerzas dentro de un encuadre. Lee Marvin, por ejemplo, lo tenía y Charles McGraw también. Ambos, por cierto, habían combatido en la 2ª Guerra Mundial.

urlMcGraw es capaz, solo con ocupar un espacio, sin moverse, de emanar violencia, de hacer creíble la amenaza del título. No le hace falta decir las cosas dos veces ni hacer alardes de ningún tipo, se nota que es capaz de sostener con acciones los que dicen sus palabras e indican sus gestos. Nunca parece un duro de película, ni un matón de pega; tampoco los interpreta así. Apoyado en un rostro pétreo y en una voz como un puñado de clavos hace del laconismo extremo su vehículo expresivo. Es un actor minimalista, de gran tensión interna que chisporrotea en unos ojos grises de halcón.

Además, en plena época dorada del relato noir, todo su físico, toda su presencia, parecen susurrar “noir”, sintetizando en una figura humana la esencia misma de un género.  McGraw parecía un hombre en blanco y negro, tanto que se hace extraño verlo en color en Espartaco, donde es el adiestrador de los gladiadores, o en Cometieron dos errores, para la cual fue reclutado por Clint Eastwood, admirador en su juventud. Su rostro se lleva bien con el claroscuro, con los contrastes afilados; quizás por ello era una presencia recurrente en el Anthony Mann negro de los últimos cuarenta y primeros 50.

La amenaza podía haber sido su billete a las ligas mayores; era joven todavía, carismático en pantalla y capacitado por igual para interpretar tanto a héroes como a villanos, todos ellos provistos de una penetrante ambigüedad. Fue un éxito y la crítica se rindió a la interpretación del actor como Red Kugler, un asesino a sangre fría, cruel e implacable que, hasta el último minuto parecía que iba lograr lo imposible: vencer. (…)

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